Italia disputó ayer uno de los peores partidos que se le recuerdan últimamente, y pareció seguramente peor por la buena imagen cultivada en el Mundial de Francia. Pero bastarán otros dos o tres partidos como el de hoy para que el crédito de este equipo se difumine. Italia ganó porque Georgia es un equipo tan débil que al final se vieron incluso amagos de celebración por la derrota por la mínima. Pero sólo por eso.
Comenzó el partido con diez de las once jugadoras que el jueves pasado se impusieron contra Israel por 2-3. El único cambio fue Daniela Sabatino en lugar de Aurora Galli, que acumulaba molestias físicas tras el primer partido del grupo. La entrada de Sabatino mandó a Valentina Giacinti a la banda izquierda y propuso un 4-4-2 en el que las dos delanteras, Girelli y Sabatino no lograron entrar en juego en casi toda la primera parte.
Si en el primer partido el problema fue que Giacinti y Girelli caían mucho a la banda izquierda y dejaban abandonado el centro del ataque italiano, ayer el problema fue casi el opuesto, es decir, Girelli y Sabatino fueron dos boyas en medio de un mar de jugadoras georgianas que impedían que vieran un balón. Pero más culpable que la defensa georgiana (que contra Bosnia encajó siete goles) era el juego de Italia, incapaz de hacerles llegar balones decenetes a sus delanteras. Las jugadas pasaban casi siempre por las bandas, donde Bergamaschi y Giacinti llegaban con facilidad, pero Georgia estaba tan cerrada que no conseguían ni siquiera poner un centro interesante. Para demostrar lo cerrada que estuvo Georgia basta un dato: el primer fuera de juego llegó en el minuto 91.
El dominio territorial era casi total y (sin datos oficiales) la posesión a favor de Italia fue de al menos el 80%. A la portera Giuliani no la vimos hasta bien entrada la segunda parte y fue jugando de cierre a 10 metros de la línea del centro del campo. Pero ocasiones, lo que se dice ocasiones, muy pocas. Dos voleas de Giacinti dentro del área tras sendos centros desde la banda derecha, una falta de Cernoia al larguero y poco más. La milanista fue sin duda la mejor de las italianas, y fue sólo gracias a ella que a los 24 minutos se abrió el marcador. Recibió un buen balón entrando por banda izquierda y, en el recorte, la defensa georgiana la barrió. Penalty claro y Girelli marcó el rechace del penalty que le había parado la portera. Ni de penalty llegaba el gol, toda una profecía.
Al inicio de la segunda parte, primer cambio: Serturini por Sabatino (muy gris) y, como con Israel, el equipo mejoró. Pero siguió sin creer ocasiones de gol. Unos cuantos tiros fuera, algunos muy centrados sin problemas para la portera y un tiro de Giacinti al larguero fueron todo el botín de Italia en una segunda mitad en la que perdió la paciencia. Pudimos ver por ejemplo en alguna ocasión a Sara Gama llegar hasta el área buscando crear una imposible superioridad numérica, pero era más el desequilibrio que se creaba luego atrás que el peligro. Los otros dos cambios, Stefania Tarenzi y Martina Rosucci, no lograron incidir en el partido.
No dio ayer con la tecla Milena Bertolini, a la que probablemente no se pueda acusar de mucho, visto lo visto. El equipo funcionaba pero hacía tope en la frontal georgiana, y ahí el papel del entrenador se diluye siempre un poco a favor del talento, pero ayer la magia no llegó. Una reflexión que a lo mejor puede hacer la seleccionadora italiana es la posición de Manuela Giugliano, quizá un poco lejos del último pase. La ex milanista brilla menos incrustada en una especie de doble pivote con Galli o Cernoia; Giugliano tiene un buen tiro y una capacidad para moverse entre líneas que en partidos como ayer habría podido ser determinante.
Italia termina estos dos primeros partidos con dos victorias pero no muy buenas sensaciones. En noviembre espera el sparring Malta, también a domicilio pero con más minutos en las piernas de las jugadoras. La clasificación para la Eurocopa del 2021 se la jugarán en primer lugar contra Dinamarca y después con las demás segundas de los grupos. Ahí contará mucho el goal average pero el de Italia ofrece por ahora un balance paupérrimo, sobre todo considerando que ayer dejó pasar una buena oportunidad de golear.

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